lunes, 23 de febrero de 2015

Adictos a la Escritura Febrero

Para el mes de febrero en Adictos a la escritura se ha decidido hacer un texto romántico o erótico, aunque quiero aclarar primero que en Colombia no celebramos San Valentin, sino que tenemos en septiembre amor y amistad. Por último quiero agradecer a mi amiga Laura, quien hace videos, por ayudarme en la corrección del texto.  

Chat

El amor se presenta de maneras tan inciertas, en momentos tan inoportunos que solo nos queda maravillarnos de esa semilla que es capaz de florecer en terreno árido. Llega sin previo aviso y cambia de maneras insospechadas, rompiendo barreras, creando vida, y dejando de lado una existencia que era vacía.
Estaba pasando por una crisis, empecé sintiendo una tristeza enorme; al principio eran cortos periodos de tiempo y luego parecían aumentar en cuanto a frecuencia y duración. Noté que las conversaciones con mis amigos me parecían sosas, repetitivas y monótonas, por lo que trataba de evitarlos, no llamarlos, o dejar de contestar sus mensajes. Sentía una aversión por ellos que rayaba en una desesperación que me hacía querer huir de todo y de todos. Creo que esa fue una de las razones por la que dejé mi trabajo.

Pasé unos meses buscando uno nuevo empleo, asistiendo a entrevistas, pero poco a poco dejé de intentarlo. En las mañanas no quería levantarme, y si lo hacía, al cabo de un rato volvía a la cama a dormir, pasaba el día dormitando con ganas de abandonarme en brazos del sueño en el que era capaz de soportar mi mente y todas las voces que parecían habitar en mí; me dolía demasiado el pecho y tenía a todas horas unas inmensas ganas de llorar aunque no sabía el porqué.  En las noches inexplicablemente no me quería ir a dormir, por lo que pasaba horas viendo programas de televisión. Durante algunas semanas esa fue mi rutina.

Odiaba comer, bañarme o tan si quiera respirar, y la compañía de los demás se me hizo insoportable, cada palabra que escuchaba de ellos era una recriminación de lo que estaba pasando ¿No puede una chica joven simplemente dejar de querer vivir? Me sentía frustrada, enojada, triste y la verdad es que sentía que me hundía cada día más.

Sentía una tristeza que parecía convertirse en un perro fiel que me acompañaba a  cada hora, cada minuto y segundo, parecía decirme que era mejor renunciar a la vida, que debía dejarla, y un buen día opté por arrancar de raíz el dolor, penetrar mi piel con un objeto afilado y hundirlo, sentir la calidez de la vida corriendo junto a la sangre, quería sentirme de nuevo viva, con cada nuevo corte sentía que no estaba muerta, pero no era suficiente.

Dejé de comer y de hablar, pasaba las horas con la mente llena de  imágenes de mi vida, los recuerdos más tristes, los momentos de mayor decepción, esos que probablemente había olvidado pero que mi cerebro había guardado para un momento como este, la felicidad estaba huyendo de mí, se escapaba en cada exhalación que hacía, se escapaba en la transpiración de mi piel.

 Algunas veces no gritamos pidiendo ayuda pero eso no quiere decir que no la necesitemos, y a pesar de que fui muriendo de a poco, mis sueños y mis esperanzas ya no eran suficientes, siempre a mi lado estuvo él, quien me acompañaba en las sombras, pero yo no lo quería ver, no lo podía ver.

La primera vez que nos vimos, me sentía un poco ansiosa porque solo habíamos hablado por internet, habíamos chateado pero en realidad no sabía cómo sería en persona, pasábamos horas enteras riéndonos, hablando de temas sin importancia. Recuerdo que me hacía reír, que todas las cosas tenían un doble sentido, en ocasiones muy extrañas hablábamos sobre temas muy personales, en general esas horas se habían vuelto mis favoritas del día y las esperaba con ansias.

Solíamos ver televisión y comentarlo en el chat, o leer libros y  compartir nuestras opiniones, se podría decir que nos volvimos confidentes y sentía por él un gran cariño, me acompañaba en las horas más solitarias, y cuando no quería dormir se quedaba a mi lado, estaba tan cerca pero tan lejos, a un click de distancia.
Decidimos citarnos en un centro comercial, un sábado en la tarde porque a ambos nos quedaba mejor, iba a ser nuestro primer contacto y me encontraba ansiosa, no sabía que vestir, pero decidí usar una remera negra con unos vaqueros azules, algo muy casual.

Lo esperaba en frente de un café, rememoro las personas que pasaban a mi lado, no podía dejar de mirarlos y pensar que alguno era él, estaba expectante por el encuentro. Cuando lo vi, me fije en su andar lento pero seguro, su sonrisa y su calidez, nos fundimos en un abrazo, como si nos conociéramos de años. Un silencio incomodo entre nosotros nos separaba pero mi amigo de red lo rompió con uno de sus chistes.   

Fuimos a comer algo y para cuando nos fijamos habían pasado más de seis horas hablando y riendo, creo que pudimos seguir hablando pero era hora de irse, al llegar a casa lo primero que hice fue abrir el chat y hablar con él, ¿Cómo se puede hablar con alguien por horas sin que se acabe el tema de conversación? Solo sé que me sentía muy feliz, como nunca antes por la conexión que habíamos logrado.

Fue él quien me acompañó en los momentos en que moría en vida, estuvo a mi lado soportando mi llanto, mi grosería, mis desplantes y mis palabras fuertes, fue él quien estuvo a mi lado cuando todos se fueron, quien me tomo de la mano y me llevó paso a paso por la escalera que ascendía desde el fondo que había tocado, sus ojos negros me iluminaron en el  invierno que parecía ser mi vida, claro que en el momento no me di cuenta.

Ahora que ha pasado un tiempo, se con certeza que amo sus silencios, sus miradas y el movimiento de sus manos, no es que tenga algo en especial en como mueve sus manos, simplemente crea una intimidad y a la vez crea un abismo, así es él.  Tan íntimo y a la vez tan lejano, tan divertido y tan serio.

Él ha estado a mi lado sin razón alguna, ofreciéndome su apoyo, y en las recaídas sosteniéndome, saltando a mi lado abismos, su sonrisa es el lucero que corre por el río y que ilumina el sendero lleno de sombras. 

Empecé a tratarme, ahora estoy medicada y con él a mi lado.     


5 comentarios :

  1. Relatas muy bien lo hundida que esta la chica, dentro del abismo y rehusando la ayuda. Y como encuentra ese punto de apoyo q la ayuda a no caer. Es muy duro pero muy bien narrado. Besos

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  2. Es muy duro lo que cuentas, la chica se pierde casi del todo y menos mal que esta la red. Has descrito muy bien a la chica, y todo su entorno y menos mal que al final sale. Me ha gustado. UN abrazo.

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  3. Adorable la historia y muy esperanzadora, felicitaciones :)

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  4. Recién entro a tu blog y me encuentro con este corto cuento y me ha gustado mucho. Puedes dar a entender lo duro que es caer en la depresión y que a pesar de eso se puede salir si hay solo una persona que quiere ayudar.

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