miércoles, 21 de junio de 2017

SLR

La primera vez que nos vimos fue en la universidad, no fue nada especial, compartíamos la misma clase pero nunca llegamos a cruzar palabra, es más, creo que nunca llegamos a notar la existencia del otro.

Fue en una clase de matemáticas que volvimos a coincidir y lo más extraño de todo es que en esa clase hablamos como si nos conociéramos. Me pareció extraño pero no le di importancia porque eso significaba que iba a tener clase con alguien a quien conocía, aunque no lo conociera.

Me he devanado los sesos pensando en que momento empezamos a compartir, en que momento nuestros conocidos empezaron a ser los mismos y el por qué terminamos en las mismas clases, pero no logró precisar una respuesta, tal vez debía ser así y punto. 

Hubo un acontecimiento que me hizo alejarme de él. Lo rememoro en este momento como un evento sin importancia pero que cuando ocurrió me pareció cruel y humillante. Creo que la forma en que lo asumí se debe a mi creencia de ver los actos como símbolos. 

Conviví con él por aproximadamente un mes y recuerdo esos días con cariño, fue durante un viaje en el que compartimos la misma casa, la misma cocina, el mismo baño. Creo que me alejé de él porque en el fondo sabía que él se alejaría de mi de cualquier manera. Tuve que empezar a humanizarlo para entender que como todos tenía defectos y que no era la persona perfecta. Empecé a odiarlo para poder alejarme y ahora me doy cuenta, luego de mucho tiempo, cuanto lo extraño. 

Extraño de él su inteligencia, el humor y su energía. Recuerdo como sonreía y las discusiones que teníamos, hasta de nuestras competencias. 

Comencé a escribir este post para decirle feliz cumpleaños pero han pasado muchas semanas desde su cumpleaños. 

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