martes, 17 de enero de 2017

Limitless

Hace unas semanas vi ésta película porque mi hermano me la recomendó. Él y yo tenemos gustos muy diferentes, sin embargo, decidí darle una oportunidad porque estaba en un estado de tedio y no sabía que ver.  

Ficha técnica


Título original: Limitless.

Año: 2011.

País: Estados Unidos.
Género: Thriller.
Director: Neil Burger.
Guión: Leslie Dixon (Basado en la novela de Alan Glynn, Dark Fields).

Sinopsis: 

El escritor Eddie Morra (Bradley Cooper) sufre una grave crisis de creatividad. Un día prueba una nueva droga que le permite sacar el máximo partido a sus facultades mentales. De este modo, consigue triunfar en Nueva York. Un poderoso magnate de Wall Street (Robert De Niro) siente una irreprimible curiosidad por averiguar qué se esconde detrás de tanto éxito. (FILMAFFINITY).

                                         Opinión 

Esta película nos cuenta la historia de Eddie Morra, un escritor cuya vida no va bien, debe entregar un manuscrito del que tiene una idea pero que no logra empezar (síndrome de la página en blanco), su pareja le suele ayudar con dinero, sin embargo, ella decide terminarle porque él no logra hacer algo de su vida (no quiero juzgarlo pero este personaje es desaliñado, desordenado y egoísta). Eddie es un desastre. 

Mi reacción con el personaje.
Un día  Eddie se encuentra con su ex-cuñado, un ex-diller (demasiados ex en esta oración) quién le da a probar una nueva droga llamada NZT-48, en un principio el personaje duda pero termina por probarla y para su sorpresa se da cuenta que sus facultades mentales y físicas sufren una transformación positiva (Aunque Lucy es una película del 2014 la vi primero que esta, y se me hicieron muy parecidas). Cuando el efecto de la droga termina, va a buscar al hombre para pedirle más y este le dice que tendrá que hacer algunos recados antes de obtener más. Eddie acepta hacerlos y cuando vuelve al apartamento encuentra a su ex-cuñado muerto y lo primero que hace es buscar la droga y luego llamar a la policía. 

Eddie empieza a consumir la droga por lo que su vida da un cambio, empieza a trabajar para un magnate, lo que significa que empieza a ganar mucho dinero, pero a la vez llegan algunos problemas, como un hombre que le empieza a cobrar un préstamo que él pidió, otro hombre que lo sigue y una perdida de memoria que lo obliga a buscar a otros consumidores de la droga.

Esta película tiene una premisa bastante sencilla y qué como mencioné muy parecida a la de Lucy (ya sé que Limitless se estrenó unos años antes que Lucy), lo interesante es que esta premisa me parece que tiene potencial, uno que desaprovechan durante el transcurso de la película. 

Al finalizar la película le pregunté a mi hermano por algunas cuestiones en la trama que no se resuelven y con algunas otras que no me parecían lógicas desde el punto de vista de criminología (no sé si pretenden que las pasemos por alto pero me parece imposible como tratan esos asuntos).

Una película que no me parece imprescindible, todo lo contrario, es una de esas películas que no impacta y que con el tiempo se olvida. Recomiendo verla cuando no tenga nada mejor que ver.

domingo, 15 de enero de 2017

La risa

Reírse es una de las sensaciones más placenteras que conozco, probablemente se deba a que no es muy usual que me ría a carcajadas. Envidio a quienes ven cualquier meme chiste en redes sociales y se pueden reír con el contenido y el significado, yo los veo y no me genera risa, algunas veces finjo que me causa gracia porque la persona que me envía el meme o me lo muestra, es alguien a quién aprecio (Creo que es lo que esa persona espera de mi y sólo así siento que es una forma de complacerla). 

En Colombia existen algunos programas de humor de los que suelo pasar, los chistes que hacen acuden a lo fácil y lo simplista, a veces al uso de ambigüedades para hacer reír, en otras ocasiones en lo absurdo y lo ridículo, sea cual sea la razón, a mi me aburren esos programas, simplemente disfruto de otro tipo de humor.

En mi familia suelo reírme mucho, me gustan los juegos de palabras que hacemos, los dichos que pasan de generación en generación, las canciones que se cantan en el momento preciso para hacer reír. Creo que lo que más nos hace reír son esas anécdotas sin gracia que nos recuerdan nuestra historia en común, ese pasado que nos avergüenza, esas cosas de niños que nos recuerda el paso del tiempo.

En cuanto a los humoristas y graciosillos, no son de mi completo agrado, pero los dejo ser y admito que me encanta ver a las personas riendo con lo que dicen estos personajes tan singulares. 

martes, 10 de enero de 2017

Testigo

Hace unos días terminé de ver una serie que me recomendó una amiga. Está basada en una serie noruega, en las últimas semanas he notado que los noruegos tienen unos programas de televisión muy interesantes y muy de mi gusto. 

La serie se llama Eyewitness, se desarrolla en un pueblo llamado Tivoli, Philip es un chico que vive con una familia de acogida, Gabe y Helen. Helen es la alguacil del pueblo. Por otro lado tenemos a Lukas, quién vive con su padre,le gusta el motocross y a pesar de lo que intenta demostrar, es un chico sensible (a veces no lo parece). Un día Philip y Lukas se van juntos en la moto al bosque, el primero a grabar los trucos que hace el segundo. Ambos terminan en la cabaña del padre de Lukas, se van a beber a escondidas y hablar de las piruetas (no le hallé mucho sentido a eso, pero quién soy yo para juzgar). 

Philipe le confiesa a Lukas que es gay e intenta besarlo, sin embargo, Lukas lo rechaza y luego es él quien decide besar a Philipe. La escena se torna intensa para ambos pero se ven interrumpidos por un auto que llega a la propiedad. Los chicos se esconden y observan que llegan cuatro hombres, a uno de ellos lo sacan del baúl del carro. En la cabaña presencian como el hombre del baúl mata a los otros tres hombres. Lukas y Philipe logran escapar de la cabaña tras noquear al asesino. Ellos dos prometen no decir ni una sola palabra de lo acontecido porque eso sería rebelar dónde y qué estaban haciendo en la cabaña.

Philip (izquierda) y Lukas (derecha)
Esta serie cuenta con diez capítulos en su primera y hasta el momento única temporada, a lo largo de esta vamos conociendo poco a poco a cada uno de los personajes que interviene. Conocemos el pasado de Helen y entendemos a este personaje que durante la mayor parte de la serie me desconcertó por su métodos y manías. Conocemos a Lukas y su miedo a hacer frente a lo que siente y las maneras en que intenta ocultarse, lo manipulador que es y hasta sus miedos (el actor que lo interpreta le mete mucha animo a la actuación pero a mi no me termina de convencer). Conocemos por supuesto a nuestro asesino, quién es un personaje muy complejo dentro de su simplicidad. 

Esta serie no trata simplemente sobre los chicos y el asesinato en el que están inmiscuidos, gira en torno a temas como la adolescencia, lo difícil que resulta aún el amor entre personas del mismo sexo (a pesar de que se supone que superamos la edad media hace unos cuantos años), sobre la familia, la confianza, el pasado y la redención. 

La serie me gustó porque desde el principio sabemos que los protagonistas son homosexuales y es necesario tener más personajes así, que sean protagonistas. Un plus de la serie es que te dan muchos datos para ir atando cabos e intentar comprender que es lo que pasa, en algunos momentos se vuelve frustrante pero los últimos capítulos están llenos de emoción. El final me ha encantado (algo a lo que no estamos acostumbrados)

lunes, 9 de enero de 2017

Noche

Había muchas luces encendidas pero pocas personas, caminé un poco más aprisa mientas me acariciaba los brazos con mis manos para entrar en calor, era una noche fría de esas en las que parece que el mundo se ha tragado a todo y a todos. Debía caminar hasta el paradero que quedaba a cuatro calles. Un desasosiego me invadía y la tristeza se apoderaba de mi. Cuando miraba mi reflejo en las ventanas de las casas, veía a un desconocido en mi cuerpo, unos ojos apagados, unos labios me mostraban una sonrisa falsa, de esas que intentan mostrar alegría pero que en el fondo están cargadas de penas. 

Ese día me había levantado temprano, me desperté cuando aún estaba oscuro, no quería hacerlo, odiaba ir a ese trabajo, odiaba a los dueños de la empresa, odiaba a mis compañeros. A pesar de todo me gustaba el silencio de la oficina cuando estaba solo, o la hora del almuerzo en que salía a caminar. Disfrutaba cuando me envían a algún lugar porque aprovechaba para caminar por la ciudad, gastaba horas caminando. Una vez caminé desde el aeropuerto hasta la oficina, fueron horas en las que me embriagaba con el ruido y los olores de la ciudad, me sentía libre y feliz, sin cargas ni penas. 

Durante todo el día sentía un frío que calaba en mis huesos, usaba una chaqueta bajo mi uniforme de trabajo. A veces salía al patio a tomar el sol en un intento por calentarme pero nada parecía funcionar. Me sentía en ese sitio incomodo, fuera de lugar, una parte de mi me había abandonado. Me sentía desdichado. 

Ese día había llorado como cuando era niño, las lágrimas corrían por mi rostro sin poderlas detener, desde mi garganta se iba formando un nudo que quería salir en forma de grito, si lo hubiera hecho me habría sentido libre pero lo ahogué en forma de llanto y jadeos, mis rodillas tocaron el suelo,  la fuerza me abandonó, me abracé a mi mismo como mi madre lo hacía cuando tenía miedo a ir a dormir, me quedé allí por horas. 

Unos días antes había llorado igual, pero la diferencia era que alguien me había visto. S se ofreció ese día a llevarme hasta la parada del autobús, cuando me bajé del carro y me senté a esperar, él seguía allí mirándome, abrió la puerta del carro de nuevo y me llevó hasta donde me dejaba el bus, por primera vez vi en él una pizca de humanidad, de bondad que necesitaba en mi vida.

Esa noche no estaba S. ni Y. el mundo me había abandonado. Seguí caminando mientras recordaba, mientras la ciudad me tragaba en su oscuridad, mientras me consumía en mi propia oscuridad...

domingo, 8 de enero de 2017

Familias

Hace unos días veía una serie de televisión estadounidense. Una de las protagonistas era una madre de mediana edad que disfrutaba del sexo, de cocinar, una mujer compulsiva y agorafóbica. Su marido, un hombre profundamente religioso, cree que la enfermedad de su mujer es una actuación, y su hija le avergüenza porque disfruta de su sexualidad y su propio cuerpo, así que un buen día decide irse de casa. 

Madre e hija disfrutan de la ausencia de este hombre. Ambas continúan su vida, la madre encuentra a otro hombre, este tipo es un vividor y un mentiroso pero se adapta a la vida de estas mujeres para estar cómodo y no esforzarse o trabajar. un día el marido regresa a vivir en el sótano, e intenta arreglar las diferencias con su hija y su ex-mujer, y empiezan a coexistir en el mismo espacio ellos cuatro.  

Lo que más tristeza me produjo de esta familia fue una escena en la que ésta mujer está intentando dar pasos fuera de la casa porque hay una reunión de padres en la escuela y ella quiere ir a escuchar lo que dicen los profesores de su hija. Sin embargo no logra salir de casa, porque la vida es así, a pesar de todo el esfuerzo, algunas cosas no se logran. Por lo que se ve en la serie, esta mujer ama a su hija profundamente y aunque no quiere decepcionarla, ni dejarla sola, su problema es más profundo. 

Hoy durante la mañana, mientras me bañaba pensaba en esa escena, en esa familia y a la vez pensaba en otra familia, la del libro que estoy leyendo. Una familia con un padre que ante la sociedad es la representación de la bondad, lo justo, el hombre tocado por la piedad y la santidad, pero que en el interior de su familia es un completo monstruo porque arrancó de la vida de su familia el amor, las risas, la libertad y la compasión, y lo sustituyó por una fe inhumana. 

Decía Tolstoi que todas las familias felices se parecen entre si, pero las familias infelices lo son todas a su manera. Pienso hoy en mi familia, en las charlas, las risas, los malentendidos, las discusiones y se me vienen a la cabeza las miles de familias en las que he vivido, los miles de niñas o niños que he sido, los cientos de padres y madres que he representado. 

domingo, 1 de enero de 2017

Diciembre

Desde que tengo memoria siento una aversión por diciembre con sus festividades sin sentido. Y es que desde octubre se puede ver en los escaparates de las tiendas las decoraciones y los colores propios de esta fecha o por lo menos en Colombia es una avalancha de calaveras y brujas que comparten espacio con renos, estrellas y el gordo Santa Claus en sus diferentes versiones. 

Poco a poco las tiendas se encargan de traer árboles de diferentes estilos o colores, adornos de lo más variopintos y veo a las personas preocupadas por adornar las fachadas y el interior de sus casas con esos elementos que solo ocultan la triste realidad, qué su casa no es un hogar de paz y tranquilidad, e intentan llenar el vacío, la tristeza, la soledad y rencillas que están allí palpables con elementos coloridos y brillantes, con la música decembrina y drogando sus sentidos con todo tipo de alcohol, creyendo que así unen a su familia.

¿Soy solo yo el que siente la falsedad de ese mes?  es como si los colores, rojo y verde, con su espectro inundaran mi cerebro de un aletargamiento y viera en los rostros sonrientes de las personas, la ponzoña de la mentira, personas que durante todo el año se la han pasado siendo infelices y haciendo infelices a los demás. Veo en sus rostros la preocupación por mostrar en redes sociales las fotografías de su familia con rostros sonrientes y como si en realidad quisiéramos a todos los que se reúnen.

Me sienta fatal mentir, y más aún decirle a alguien que me alegra verle cuando en realidad me alegra no verle, no compartir el mismo espacio ni respirar el mismo aire de una habitación. Me enferma que crean que tengo una especie de amistad cuando en realidad hace mucho que siento tranquilidad por no verle, ni hablarle, ni escucharle las estupideces que salen de la boca de esas personas. 

Mi diciembre estuvo tranquilo, entre libros y películas. Compartiendo el desayuno, el almuerzo y la cena con las personas con las que me siento libre y a gusto, conversaciones sobre temas de mi interés, sin el peso de las redes sociales porque son esos momentos tan únicos que pedir una fotografía o grabar sería prostituir un agradable momento por me gustan de personas que ni conocemos, ni nos interesa conocer. 

Este diciembre fue el mejor porque celebramos sin regalos ni opulencia innecesaria, porque unimos a la familia sin excusas o motivos como la fiesta, el ruido y los tragos, porque todos nos escuchamos y reímos, vimos películas, cocinamos, porque estuvimos en familia. 

P.D: No hubo fotografías porque la pasamos tan bien que olvidamos el requisito de hacerlas para publicar y ponerlas en la palestra pública de las redes sociales.